Mantenerse bien nutrido a lo largo del día es beneficioso para nuestra salud, pero además mantiene nuestra energía y nuestra concentración en niveles óptimos para rendir tanto en el trabajo como en las actividades que realizamos diariamente.
No merendar significa pasar un largo tiempo sin comer, lo cual reduce los nutrientes en sangre y los sustratos de energía para el cerebro y otros órganos. Además de favorecer llegar a la cena con mucho hambre, y por consiguiente, provocar una sobre ingesta en la última comida del día, algo que no es recomendable.
En resumidas cuentas, merendar nos ayuda a controlar los niveles de hambre, mantener la energía del cuerpo y la actividad del metabolismo, y además, nos permite tanto adelgazar como controlar nuestro peso. Asimismo, en edades tempranas es primordial para mantener el cerebro en funcionamiento y no alterar el proceso normal de crecimiento.
Por todo ello, vamos a elaborar una serie de truquitos para una merienda perfecta.
Programar la merienda
En función del resto de las comidas, merendaremos una cosa u otra. Si el postre de nuestra ha comida ha sido una pieza de fruta, en la merienda podemos tomar un batido o un yogur.
Adecuar la cantidad de alimento en la merienda a la actividad física
Si tenemos previsto realizar alguna actividad física antes de cenar, debemos reforzar el aporte calórico.
Variar las meriendas
Merendar siempre lo mismo nos acaba cansando, por eso es recomendable no comer siempre lo mismo. Por ejemplo, un día podemos merendar unas suelas de mantequilla de Produlca, sanas y ricas en nutrientes combinada de una pieza de fruta y otro día variar el dulce por el salado.
Hidrátate
Estar hidratados es esencial para mantenernos activos. Es recomendable beber al menos 2 litros de agua diarios y durante la merienda no iba a ser menos.
Merienda sentado
Comer de pie no es bueno para la digestión ya que es más difícil relajarse e inconscientemente comemos más rápido, lo que va a ocasionar un mayor estrés y una mayor ingesta de aire.
